Viajar es algo que siempre me ha gustado mucho, respirar
otros aires, ver cosas diferentes, conocer gente nueva. La decisión de estudiar
Geología quizás fue motivada por el deseo de recorrer paisajes y sendas poco
recorridas.. He acampado en los lugares más remotos, conocido las ciudades más
pobladas e increíbles de buena parte de mi país y del continente.
En esos recorridos he conocido personas excepcionales y
desprendidas. Gente que te da compañía, consejos, comparte experiencias, conocimientos y alegría. El
balance con la gente siempre es favorable, hay mucha gente buena.
Sin embargo hay viajes predestinados al encuentro con aquella especie más temida de viajero.
Aquellos que critican invariablemente todo lo que se atraviese a su paso, son dueños de países pues siempre inician con
las frases diciendo “en mi país …”, “el nuestro es mejor, más grande, más nuevo,
más listo, mejor”.
Hace unos años en un viaje a Bonaire, me tropecé con un par de estos personajes
roidos por el virus de “el mío es más grande que el tuyo” o “tengo, tengo,
tengo, tu no tienes nada”.
Teníamos por guía a una chica muy agradable de veintitantos
años que nos iba contando la historia del circuito. Ella titubeaba un poco
buscando las palabras, más adecuadas,
pero hablaba razonablemente bien y con fluidez el idioma español.
La pareja en mención, en voz baja y a veces no tanto, hacía
críticas cada vez más mordaces a la chica por su acento e insistían en
ridicularizar todo lo que iban conociendo en nuestro recorrido por la isla.
Algunos del grupo nos sentíamos incómodos con las burlas de
la pareja e incentivábamos a la chica a continuar con su narrativa mientras
ignorábamos a los fastidiosos.
Nuestra guía ignoró el comentario y me respondió en perfecto
español: “Acá desde niños aprendemos el papiamento, que es nuestra lengua
materna. En la escuela primaria nos enseñan el holandés, idioma que pasamos a hablar fluidamente antes
de terminar la primaria. En la primaria también estudiamos el inglés y
terminamos hablándolo bien antes de terminar la educación media.
En el bachillerato tomé como optativas el alemán, que no
resultó difícil por su parecido con el holandés y empecé a estudiar portugués, ya que recibimos
muchos turistas del Brasil.
Sin ponernos de acuerdo todos aplaudimos a nuestra guía,
luego de esto, afortunadamente, no volvimos a escuchar ni una palabra de la
parejita de indeseables.