viernes, 11 de febrero de 2011

Desayunos en casa de mi abuela Viola



Viví los primeros cuatro años de mi vida en la casa de mi abuela Viola. Mi abuelo había construido una  casa muy amplia de dos plantas y con frente al norte.  En el primer piso estaban las recámaras, una salita donde veíamos la TV en las noches y un baño. En la planta baja, donde se desarrollaba toda la actividad,  había una  enorme sala familiar, la cocina, la lavandería,  un baño con una enorme bañera antigua y al fondo  un cuarto donde estaban los trofeos que mi abuelo había ganado en los años en que se dedicaba a la hípica.
A través de la lavandería se salía al patio donde estaba el gallinero, la caballeriza y un terreno de unas tres o cuatro hectáreas en el que teníamos a disposición árboles frutales (caimito, mamón, aguacate, coco, fruta de pan, piña, marañón, akee, guanábana, guayaba, guaba, mango, guineo, plátano, ciruela, níspero) plantas ornamentales y algunos maderables.
La casa era enorme, ventilada y bien iluminada. La recuerdo pintada de verde en su parte exterior.  En las mañanas, cuando los rayos del sol bañaban sus paredes de madera y cemento,  el techo de metal,  se calentaba y crujía como desperezándose y dándonos los buenos días.
Mi lugar favorito era la cocina, en ese espacio mágico mi abuela siempre estaba haciendo algo especial y delicioso. Yo adoraba nuestros desayunos. 
Recuerdo el fuerte aroma de la canela mezclándose con la suavidad de la mantequilla derretida, el crujido de las cáscaras en el momento de partir los huevos,  las etéreas nubes blancas de harina  que se agregaban a la cremosa leche, todo eso se unía a unos diáfanos y  minúsculos cristales de azúcar refinada.  De este proceso surgían los pancakes más espectaculares del mundo.  Los  pancakes y una taza de cocoa caliente me dejaban feliz durante toda la mañana.
Han pasado los años, mi abuela ya no está. Un 14 de febrero, el tiempo la alcanzó.  La casa fue demolida y mis recuerdos y memorias son  los únicos que algunas veces traen al presente los buenos tiempos que pasé en ese lugar.  Maravillosos y cálidos sentimientos despiertan al revivir esos desayunos de mi infancia que parecían interminables, en la cocina de mi abuela.

lunes, 7 de febrero de 2011

Nací un lunes de enero

Soy Capricornio con ascendiente en Escorpión.
Nací en el año del Perro según el horóscopo chino.

Mi planeta regente es la Luna. 
Mi orixá protector es Exú. 
Los nacidos en este día regido por Exú, el mensajero de las divinidades africanas, somos alegres, bohemios y sensuales. 
Dicen que somos dueños de un carácter noble y que acostumbramos a mostrarnos amigables. Sin embargo, también dicen que en el caso de sufrir alguna injusticia, no dejamos de pensar en venganza.