jueves, 19 de mayo de 2011

El valor del vuelo

Todas las personas que me conocen bien saben no tolero ningún tipo de discriminación. Me parecen abominables; propias de retrógradas, ignorantes y fanáticos.
El pasado martes 17 de mayo, se conmemoró el Día Internacional de la Lucha contra la Homofobia. Como un tributo a ese día y como reconocimiento a mis amigos y amigas miembros de la comunidad GLBT, quiero compartir la carta que una de mis mejores amigas, escribió hace tres años. Un hermoso e inteligente abordaje del amor y la homosexualidad.


El valor del vuelo
CARTA PARA EMILIA


La norma
Lo normal es aquello que se encuentra dentro de la norma, la norma es un estándar que se saca de la media, y la media se promedia de la mayoría, por ello las minorías siempre estarán fuera, y lo que está fuera “no es normal”, así, no son normales los cristianos en una nación mayoritariamente musulmana, ni son normales los blancos en África negra, y el ateismo tampoco es normal, ya que 95 de cada 100 personas en el mundo, cree en Dios, y es en este único sentido que preferir (no hablemos de amar, por que el amor no siempre está presente) a alguien de tu mismo sexo no es normal.

Muchas veces cuando se dice que alguien o algo no es normal, se implica una carga negativa, contrario a lo bueno, a lo que es “*natural” y en algunos casos así es, porque también son minoría los asesinos, los violadores, los maltratadores, los ladrones (aunque no las violaciones, ni los maltratos, ni los asesinatos, ni los robos, desafortunadamente). Aquí hay que hacer una pausa, trazar una raya y pensarnos la diferencia. Y la diferencia está en el daño, como probablemente el arte esté en la intención (desvariando un poco, quizás esto es lo único que separa un cuadro de un chimpancé del de un artista), porque qué mal hace un cristiano en un sociedad musulmana, qué de malo un ateo en un universo creyente, mi preferencia, mi deseo, si no es impuesto ni obligado, ni impositivo ni obligante? Entonces, ¿cómo distinguir? Se me ocurre otra semántica, lo normal también representa lo ordinario, porque es lo común, lo que abunda, por eso podríamos decir que lo que está fuera de lo normal, está fuera de lo común, está fuera de lo ordinario y ‘fuera de’ es justo el significado del prefijo ‘extra’ por lo que las minorías son tan anormales como extraordinarias, dejémosle a la palabra anormal su carga negativa, de malo o de inferior para hablar del daño y quedémonos con el extra para lo demás.

Razones y azares
Ordenamos, categorizamos, encasillamos para entender, postulamos una hipótesis, hacemos un grupo control, miramos variantes y constantes, realizamos una predicción y vemos que pasa. Bueno, más o menos es así en la ciencia, la respuesta o respuestas siempre serán una aproximación, sujeta a revisión y verificación.

Afinamos la observación con instrumentos pero sabemos desde el día uno, más bien desde el dos, que la percepción es incompleta y truculenta, no solo por la potencial complejidad de los procesos, si no por que no existe tal cosa como una realidad exterior e independiente del observador, la observación altera la naturaleza del hecho observado, al menos en la física de partículas, y con esta mirada cuántica quisiera decirte que no suele haber respuestas únicas en la vida. Hay varias investigaciones científicas sobre la homosexualidad, algunas muy limitadas y con fallas, otras mejor formuladas, no las voy a detallar aquí, pero ciertamente te diré que el más reciente estudio publicado (junio 2008), de una muestra de casi 4 mil mellizos (8 mil individuos), concluye lo siguiente: “Este estudio le echa un balde de agua fría,  a la pretensión de encontrar un gen gay, o una única variable del entorno, que pueda señalarse como el factor que hace que una persona sea homosexual, los factores que influyen en la orientación sexual son complejos, y no nos referimos solo a la homosexualidad, el comportamiento heterosexual está también influido por una mezcla de factores genéticos y ambientales”. Dr. Qazi Rahman, coautor del estudio.

Por ello no todas las mujeres abusadas en su infancia o adolescencia son lesbianas, aunque si hay muchas lesbianas que han sido víctimas de abuso y, probablemente, no todas las mujeres que recibieron una dosis extra de testosterona en el útero  mientras fueron *gestadas son gays aunque tal vez algunas si... * casi imposible de corroborar.

Como tampoco se es gay porque las relaciones homoeróticas entre mujeres sean necesariamente mejores que las heteroeróticas, es un mito que muchas lesbianas se construyen en su necesidad de explicarse -¿expiarse?-, supone que por el mero hecho de ser mujer, una sabe lo que la otra desea, requiere, necesita o le gusta.

Es mucho más complejo y en muchos casos más hermoso. Puede darse en el ejercicio de la libertad, el descubrimiento, el goce, la diversidad, o en el miedo, el rechazo, el temor, el dolor, la antipatía; en diversos grados, matices y procesos.

*Nuestra naturaleza no está únicamente ligada a su destino biológico, somos capaces de crear cultura, concientemente modificar los entornos, procurar significados, y reflexionar sobre ello. Somos capaces de separar la esfera de la reproducción (destino biológico) de la esfera erótica (cultura).  Pero aun siendo reduccionista, ante el argumento de que no es ‘natural’ antepondría la evidencia que nos enseña la propia naturaleza a diario, que la vida no se manifiesta de una sola forma, no existe un solo y único tipo de ser orgánico, existen miles de miles, es un proceso, que se expresa en un número enorme de posibilidades, que nos apunta constantemente hacia el asombro y la riqueza.

El amor
Estoy por fin despierta a la belleza de lo semejante”,
                                                            Sabina Berman, Canción para arrullar una querencia.

Quisiera decirte que es transgresor y alternativo pero en demasiados casos reproduce con exactitud milimétrica los patrones aprendidos, la desigualdad machista, los roles asignados adscritos a un exterior estereotipado o no. El amor lésbico tiene las mismas cargas y contradicciones, desesperanzas e ilusiones pero con el terrible lastre del silencio, el repudio, la condena y la invisibilidad. Procura crear su mundo en el mundo, pero se corre el riesgo enorme de crear un gueto. Y por tratarse de una minoría es más reducido el universo de posibilidades y mayor el grado de dificultad.

Ojalá amar a alguien de tu mismo sexo significara otro modo de construir las relaciones, de forjar los lazos y aprehender el amor. Ojalá fuese una empatía erotizada y erótica, inteligente y divertida. Ojalá en eso radicara la diferencia y ojalá esta diferencia se contagiara. Pero por ahora y casi siempre, solo radica en el objeto amado y no en la forma de amarlo.

No hay nada más publicitado que el amor como fin en si mismo o como medio, tampoco hay nada que desee ser tan proclamado, tan gritado a los cuatro vientos, pero ese es un privilegio reservado a las relaciones formales heterosexuales, los amantes de otro signo deben vivirlo en el anonimato en la reserva en la trampa en lo doméstico. Guardándose la luz en la mirada, la sonrisa fácil, el arrobo.

Conozco pocas personas que renunciarían al amor, sea cual sea su preferencia sexual. Los unos y las otras creemos que son cosas del corazón aunque básicamente sean cosas del cerebro. Dopamina, feniletilamina y oxitocina. Da lo mismo,  no dejaremos de componer y cantar ni de escribir ni correr en el impulso. Tampoco dejará de dolernos, ni de herirnos ni de encantarnos. Ni dejaremos de buscarlo, acecharlo, emboscarlo, su ausencia no es silencio sino vacío, y aunque no crea en el mito platónico, en la media fruta de nada, es algo que marca la diferencia entre solitude y loneliness (disculpa el inglés pero el español que es muy bueno para lo permanente y lo transitorio –ser y estar- en este caso no ayuda). Lo primero viene de saberse uno en el todo (en eso vuelve a ser preciso el inglés all-one=alone) lo segundo es esas ganas de ser en compañía, de individualidades compartidas de intimidad efervescente.

Entre México D.F. y ciudad de Panamá, octubre de 2008